Para quien leyó la
novela de Orwen o disfruto de la película dirigida por Michael Radford y protagonizada
por John Hurt y Richard Burton, no evitó imaginar horrorizado un mundo sin
libertades y bajo la omnipresente mirada
del estado sobre todos los ciudadanos; a esto sumado al control del pensamiento
por la manipulación de la historia. Tanto el libro como la película inicia con
esta frase ¨Quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el
presente controla el pasado¨.
Pero sin riesgos en
caer en fanatismo, las nuevas tecnologías si bien nos prestan múltiples características
que ayudan a nuestra vida diaria, conllevan
riesgos inminentes en la pérdida total de nuestra privacidad y lo que es peor
bajo nuestro supuesto consentimiento; no estoy siendo alarmistas, el gran
hermano el que todo lo ve es hoy por hoy el internet; y no es que no guste de
utilizarlo pero esa sensación de anonimato que da estar detrás de una pantalla
nos ha hecho creer que somos invulnerables cuando la realidad es lo contrario.
Para comprender de lo que estoy hablando, cada vez que se ingresa al internet
existe algo llamados cookies, los cuales guardan nuestra información personal o
preferencias de búsquedas para el mejoramiento de los navegadores, páginas web,
software de comunicación, redes sociales etc. Algunas alojan tu dirección IP,
identidad cuasi inequívoca de tu computadora, otras tu ubicación por medio de
un sistema global de posicionamiento GPS, otros tus preferencias de búsqueda,
en Japón existen sistemas mediante carteles publicitarios en el metro te identifican
para luego ofrecerte publicidad por internet (eso implica reconocimiento
facial), apenas escribimos la primer letra de una búsqueda y el señor google mágicamente
sabe a qué nos referimos, la publicidad que nos colocan está basada en nuestras búsquedas, pero para lograr ese
perfil de comprador, tuvieron que saber datos relevantes como nuestros datos
personales y hasta los números de nuestra tarjeta de crédito (no crea usted que
basta con borrar las cookies de nuestro ordenador, nuestra información está ya
en los servidores de otros). De verdad el gran hermano lo sabe todo y no es a través
de un sistema stalinista, si no de la economía de mercado que cada vez busca maneras
más invasivas y sutiles de vender pues a nosotros ósea nuestros datos, en el
gran internet el producto somos nosotros y existen empresas que cada vez se
perfeccionan para ganar más dinero.
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